¿Cuántas veces te encontraste diciendo con total seguridad que algo es IMPOSIBLE?
Pero… ¿Alguna vez te pusiste a pensar en la diferencia con lo IMPROBABLE?
Cuando estamos buscando resultados realmente importantes en nuestras vidas, sin precedentes, el índice de probabilidad suele ser muy bajo, es decir, improbable que suceda.
Justamente porque es improbable se que es posible, sin embargo, sin darnos cuenta, confundimos esa improbabilidad con una imposibilidad.
Desde lo Imposible a lo Improbable
Hace algunos años cuando queríamos comunicarnos con alguien que se encontraba en una locación distinta a la mía, le enviábamos una carta.
Esperábamos días, semanas, meses, hasta que esa persona la recibiera y desde allí se repetía el proceso de espera en recibir la respuesta de la otra persona.
En ese entonces parecía imposible imaginar que llegaríamos a un momento en el que la comunicación es a través de un pequeño aparato electrónico que cada uno lleva en su bolsillo mediante el que podes hablar con una persona en la otra parte del mundo en segundos, viéndole la cara y escuchándola.
En algunos años, aquello que parecía imposible se volvió realidad.
Lo que sucede muy a menudo es que quienes quieren lograr resultados los viven como imposibles, confundiendo el mundo de lo posible con el de lo probable.
Diferencias para que reconozcas como ir de lo imposible a lo improbable
Lo probable es estadístico, midiendo las posibilidad de ocurrencia de un evento. Según cuán alto sea, diremos que es mas o menos probable que vuelva a suceder.
Lo imposible carece de posibilidad, carece de acción alguna.
Nadie es tan ingenuo para actuar en pos de lo imposible, pero todos somos igual de ingenuos como para no desafiar nuestra idea de a qué llamamos imposible.
Cuando estamos buscando resultados realmente importantes en nuestras vidas, sin precedentes, el índice de probabilidad suele ser muy bajo, es decir, improbable que suceda.
Justamente porque es improbable se que es posible, sin embargo, sin darnos cuenta, confundimos esa improbabilidad con una imposibilidad.
Nos contamos que es imposible lograr algo que en definitiva es improbable.
Entonces es aquí donde se vuelve absolutamente relevante el ser capaces de distinguir que improbable es diferente a imposible, y que somos nosotros los que muchas veces somos ciegos para diferenciar uno del otro.
Ahora, si de repente desafías el imposible por un improbable, te vas a dar cuenta inmediatamente que tu manera de vivirlo y verlo cambia inmediatamente.
Trabajar esos improbable requiere de nosotros una nueva manera de ser, sin precedentes, fuera de nuestra habitual forma de operar para hacer realidad aquellas cosas que ni siquiera nos animamos a contemplar.
Hay muy pocas cosas seguras en esta vida, es por ello que no hay casi nada imposible. Todo entra en el campo de la posibilidad, es decir, todo es posible.
Lo que es casi seguro que no pase, es que puede pasar.
Y mientras haya una posibilidad, media posibilidad, entre mil millones de que pase, vale la pena intentarlo. Aunque sólo sea un 1%, una probabilidad entre mil, existe.
CONCLUSIÓN
Si la imposibilidad es definida como algo que no puede ser de ninguna manera, y la improbabilidad como algo difícil y poco probable, pero probable al fin, a mi me gusta más la improbabilidad, duele menos, deja un espacio a la esperanza, al creer, a la fé.
Y mientras haya una posibilidad entre mil millones de que pase, vale la pena intentarlo para tener éxito.
¿Cuántas veces creíste que algo es imposible cuando en realidad es solo improbable?
¿Cuánto tiempo viviste en esa imposibilidad tan limitante que ni siquiera te dejo fe?
En definitiva, lo que es posible, se construye. La pregunta es, eso tan importante que queres, ese improbable,
¿Vale la pena construirlo? ¿Vale la pena que te animes?
¿Entonces, qué elegís en tu vida? ¿El Imposible o el Improbable?